jueves, 25 de marzo de 2010



FENÓMENO ENTÓPICO

Investigadores sudafricanos del arte rupestre como D. Lewis-Williams y J. C. Dowson (1988), así como el americanista P. T. Furst (1992) entre otros, han propuesto que el origen y la incidencia en las manifestaciones de arte rupestre fueron propiciadas por la ingesta de elementos psicoactivos.

Este modelo propuesto para comprender el arte rupestre se ha denominado Fenómeno Entópico, dicha ingesta inducen a estados alterados de conciencia. En el caso que nos atañe este fenómeno propicia una actividad ritual determinada, indefectiblemente dirigida por el shamán del grupo quien oficia las ceremonias mágico-religiosas, alcanzando un estado extático que posteriormente lo induce a la representación de sus “ensueños”, percibiéndose a si mismo en contacto íntimo con el universo, experimentando una visión de intensos y vibrantes colores musicales, visualizando figuras abstractas, musas de sus delirios creadores y rectores de su cosmogonía.

Es este el credo de su concepción universal, que dependiendo del cognocimiento del shamán o hierofante, siendo el hombre que posee la memoria ancestral del grupo, experiencia que a largo o mediano plazo repercutirá en el bienestar espiritual y material del grupo. Estos factores sumados al conocimiento de las substancias psicoactivas, le otorgan al shamán un estatus social superior y por ende, poder de liderazgo, garantizándole la cobertura de todas sus necesidades materiales.

Su actividad positiva contribuye a una situación que lo conduce a darle identidad a su grupo, siendo estas particularidades las que propician a largo o mediano plazo a una jerarquización incipiente del mismo,

Dentro de los medios que propician los estados alterados de conciencia, independientemente de la ingesta de elementos naturales, se pueden mencionar el ayuno, las sangrías propiciadas por tortura física, el agotamiento total por medio de danzas incesantes, cantos monótonos, el insomnio provocado en entre muchas otras formas que propician el estado alterado de la mente.

No se puede aseverar con certeza que todas las representaciones rupestres se deben de enmarcar dentro del fenómeno entópico. Para el caso especifico de Guatemala se tiene la certeza del consumo de hongos alucinógenos, así como se puede constatar el consumo del peyote, el cual fuera prohibido durante la época colonial, según Chinchilla Aguilar (1953) de quien literalmente leemos: “.....fueron sobre todo muy rigurosas las medidas tomadas en 1621 y la Inquisición en este año por intermedio del deán y comisario de Guatemala Felipe Ruiz del Corral mandó poner en ejecución el edicto sobre la prohibición de la importación del peyote...” Otra evidencia tácita del uso de elementos psicoactivos en tiempos prehispánicos, especialmente en las Tierras Altas de Guatemala es la significativa muestra de hongos tallados en piedra, especialmente en el área de Kaminaljuyu.


Naj Tunich.

Naj Tunich presenta la más grande y extraordinaria galería de arte rupestre maya, enclavada en las tierras bajas de El Petén, Guatemala. El término Naj Tunich significa Casa de Piedra. Este sitio había permanecido oculto por cientos de años, hasta que casualmente fue descubierto en 1980 por un indígena. Las noventa pinturas con que cuenta esta formidable galería de arte, se encuentran diseminadas en una extensa gruta que corre por cientos de metros adentrándose en las profundidades del inframundo maya.

La diversidad de elementos arqueológicos que se encuentran en el mismo comprenden desde arquitectura mayor con sus indefectibles entierros de la nobleza maya, ofrendas cerámicas, pinturas que de actos eróticos, que pasan a una procesión de músicos así como algunas pinturas de personajes en estado de profunda meditación, seguramente en estado extático inducido por la ingesta de elementos psicoactivos.

La ocupación de la cueva parece ser que se inició poco antes de nuestra era, volviendo a alcanzar cierta notoriedad dentro de la comunidad indígena, después de su redescubrimiento constituyéndose en un sitio sagrado de peregrinaje.

En 1989 sucedió un acto vandálico, veintitrés de las noventa pinturas existentes habían sido irremediablemente dañadas, dentro de las que encontraban varios textos jeroglíficos, así como la figura de un jugador de pelota y muchas figuras más que conformaban prácticamente un tercio del corpus pictográfico de Naj Tunich. Por lo cual el Instituto de Antropología e Historiad de Guatemala comisionó a James Brady Ph.D. y a los arqueólogos Sandra Villagrán y Ericastilla Godoy con el propósito de evaluar el daño ocasionados a las pinturas,

La pérdida causó gran conmoción e indignación dentro de la comunidad arqueológica, rodaron lágrimas, las autoridades redoblaron la guardia e instalaron una compuerta de hierro; pero la perdida es irreparable.

Afortunadamente previo al ataque vandálico se habían realizado algunos proyectos de investigación y planimetría, por lo que el Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales de la anteriormente referida institución, cuenta con una colección fotográfica de todas las pinturas en su estado original.


El Diablo Rojo

En 1985 Gary Rex Walters Ph.D. y Ericastilla Godoy, este ultimo en representación del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, realizaron la documentación del Pictograma El Diablo Rojo, ubicado en el cerro La Mariposa, Municipio de Amatitlan, Guatemala.

La pintura se encuentra en la saliente de un risco basáltico a doce metros de altura, por lo que para poder realizar un calco de ella fué necesario construir una plataforma para luego ensamblar un andamio que permitiría alcanzar la altura de la misma. En esta tarea ocupó a doce hombres trabajando por cuatro días.

El pictograma fué polícromo en su momento. Sin embargo, hoy día predomina mayoritariamente el color rojo ocre (Munsell # R 10,4/6) y algunos rasgos casi imperceptibles de color amarillo y verde olivo.

El pictograma presenta el encuentro de dos personajes, el de mayor tamaño se encuentra de pie sobre lo que podría ser un trono, representado en una posición predominante y con una mano elevada en señal de saludo, mientras en la mano izquierda sostiene lo que se considera que son lanza dardos. A la vez se observa a un individuo con las manos extendidas sobre los costados y como única vestimenta porta un casco que nos hace recordar las cabezas colosales de los olmecas del sitio arqueológico La Venta, del Golfo, México.

El pictograma fue fechado por medio de análisis de Carbono 14, el cual proporcionó una antigüedad de 1020 años a. C. fecha que corresponde al Periodo Preclásico Temprano. El crédito corresponde a al Profesor Marvin Rowe de la Universidad de Texas A&M. y al Grupo Guatemalteco de Investigaciones de Arte Rupestre de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Se desea dejar constancia que el dibujo que aquí se presenta, es copia fiel del calco que se obtuviera el año de 1985. Años después el calco original fue maliciosamente substraído del Departamento de Monumentos Prehispánicos del Instituto de Antropología e Historia, su paradero final se desconoce.

jueves, 4 de marzo de 2010

ARTE RUPESTRE.

El Arte Rupestre, ha sido una forma de expresión del hombre desde tiempos inmemoriales, que se pierde en los albores de los grupos más tempranos del Periodo Paleolítico Superior de Europa, aproximadamente: 35,000 años a.C. Este fechamiento se podría decir que rivaliza, relativamente, con algunas manifestaciones pictográficas de Suramérica. Lamentablemente en Guatemala aún no se tienen fechamientos absolutos, pero en determinado momento podrían dar inesperadas sorpresas.

El arte rupestre no se considera que se halla realizado inicialmente con el concepto de arte que se tiene hoy día, es decir, el arte para el deleite del diletante, si no como un medio imperativo e inherente al ser humano de comunicarse con el ser rector de su cosmogonía, como de comunicarse entre sí. Esta práctica es parte de la expresión espiritual de las culturas tempranas, que representaron y hoy día continúan representando sus conceptos mágico-religiosos y actos cotidianos en su indumentaria, así como eventos que en determinado momento han revestido una connotación especial en su vida diaria, por lo que fueron conmemorados y trasmitidos a otras generaciones y a otros grupos coexistentes. Es preciso mencionar que dentro de algunos grupos sociales de Guatemala, aún existen sitios aislados con representaciones rupestres considerados, hoy día, como lugares sagrados de peregrinaje en donde se realizan actos ceremoniales.

Es de hacer notar que las cuevas y abrigos rocosos han sido ambientes propicios para la elaboración de pictogramas. Los mismos coadyuvaron para que las pinturas hayan perdurado hasta nuestros días. Para el hombre prehistórico, estos fueron espacios favorables para guarnecerse de los elementos naturales, ubicados próximos al elemento agua que, como propiciador de vida, se constituye en una constante dual de grafismos encontrados siempre próximos a un manantial, río, o lago, lo que hace pensar en el elemento agua como un componente de las representaciones graficas, sean éstas líticas o pictográficas.