martes, 6 de septiembre de 2011

jueves, 18 de agosto de 2011


PETROGRABADO LOS FIERROS.

La información que a continuación se presenta es una traducción libre del Reporte Anual 1980-81, ARTIFACTS # 8, del Museo de Antropología de la Universidad de Missouri-Columbia, editado por el Dr. Lawrens H. Feldman. Esta versión es un resumen de la narrativa concerniente al descubrimiento de dos sitios con representaciones rupestre, reportados por el Dr. Gary Rex Walters. De igual manera las fotografías fueron adquiridas por fina atención de la Dra. Andrea Stone.

El objetivo principal del citado académico era el verificar la existencia de un singular sitio prehispánico denominado Cinaca-Mecallo, al cual hace referencia a sus superiores el párroco de Comapa José Antonio Urrutia a inicios del año 1856. Posteriormente en 1858 para dificultar más las cosas en un deficiente ingles E. G. Squire publica la carta de Urrutia. Lamentablemente se desconoce el paradero de la carta original de Urrutia.

El tema central del artículo refiere la búsqueda de un singular sitio prehispánico el cual presentaba pasadizos subterráneos y paredes que parecían ser de “plomo derretido” característica atípica de un sitio de la época. La expedición no culminó con el éxito esperado. Por tal razón nos centraremos en la descripción que Rex Walters refiere acerca de dos sitios con grafismos rupestre.

Los Fierros es un sitio que se encuentra en la margen del Río Paz, en el Valle de Comapa, Jutiapa, Guatemala. Los grafismos se encuentran grabados a lo largo de un acantilado, estos presentan una profundidad de aproximadamente un centímetro. Así mismo fue posible detectar huellas de pintura de color rojo y amarillo en algunos de ellos, la mayor concentración de los petrograbados se encuentra en un abrigo rocoso en el extremo sur de un acantilado, encontrándose al final del mismo una concavidad que mide aproximadamente diez metros de ancho por diez de alto y tres metros de profundidad. En esta última se encuentra la mayor concentración de interesantes petrograbados con representaciones de signos geométricos, cuadrantes de agujeros que denotan cierto ordenamiento, así como de caprichosos bosquejos. Es obvio que más de algún grafismo trató de representar un rostro antropomorfo, como el que se pueden distinguir sobre uno de ellos la representación de un “peine” similar al observado en el sitio La Casa de Las Golondrinas, así como en el sitio El Encanto. De igual manera se aprecian otros grafismos que nos hacen recordar los típicos fierros de marcar ganado de los cuales deviene el nombre del sitio.

Quien escribe hace notar que muchas de los grafismos de forma imprecisa denotan la representación del estado alterado de la mente, producto de la ingesta de algún elemento alucinógeno. En los cuales se pueda apreciar el modelo representativo del fenómeno entópico (ver entrada: 25 de marzo 2010). Uno de los petrograbados representa una figura antropomorfa con un falo sobre dimensionado, que como indica Rex Walters, rompe el estilo del resto de los grafismos; lo que induce a pensar que no comparte la misma temporalidad con el resto de los grabados. Ericastilla Godoy indica que como en otros grafismos de sitios existentes, no se deja de hacer una notoria alusión a la continuidad de la vida representando un órgano sexual, así como la asociación al elemento agua. El acantilado corre por varios cientos de metros donde se puede apreciar algunos otros grafismos. Rex Walters reporta el haber sido informado que una riada azolvó el refugio algunos años atrás y que debido a tal causa existen algunos otros petrograbados que han quedado soterrados debido al mismo azolvamiento. Esto provocó un desbordamiento de arena de por lo menos tres metros de altura. Varios cientos de metros río arriba se encuentra otro grupo de petrograbados, el cual no fue posible documentar debido a lo crecido del río, dada el caso de encontrarse en época lluviosa.

Rex Walters concluye que las características tan “primitivas” delos grafismos, no presentan ninguna filiación con el estilo de arte de los Periodos Preclásico, Clásico o Posclásico de Mesoamérica, por lo que es muy probable que los mismos correspondan al periodo Paleo-Indio. Ericastilla Godoy hace la salvedad que el personaje con representaciones sexuales sobre dimensionadas también corresponden a otro momento de la historia. Finalmente dado el caso de la imprecisa información de los documentos consultados e independientemente de otros compromisos la expedición fue temporalmente abandonada.


PETROGRABADO P IEDRA PINTADA.

Durante la siguiente temporada de campo, el Dr. Gary Rex Walter y su equipo, nuevamente volvió a Comapa, Jutiapa, con el firme propósito de realizar una nueva prospección de campo y finalmente encontrar el evasivo sitio Cinaca-Mecallo. En esta ocasión Ernesto Barrillas Cordón, quien fungía como Inspector de Monumentos del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, proporciono la reimpresión original de la carta del padre Urrutia, la cual había sido publicada por la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala (Villacorta y Villacorta 1927). La revisión de la misma cambió radicalmente el itinerario previamente concebido, dado el caso que la orientación proporcionada en la traducción de Squire era totalmente errónea.

Encontrándose en Comapa fue informado de un sitio denominado Piedra Pintada, conocida también como La piedra del Sol, misma que se ubica en el valle de Comapa, en un pequeño abrigo basáltico de aproximadamente doce metros de largo por dos y medio de alto. El petrograbado consiste en la representación de dos figuras entrelazadas, de las cuales a primera vista aparenta ser solamente una. Al observarla con más detenimiento nos parecerá estar observando una calavera. Este petrograbado representa dos figuras, la parte superior por una figura piciforme de cola bifurcada, que representa toda la parte frontal de la cara, prolongándose hasta lo que es la parte posterior del cráneo; la boca es una prolongación que emerge de una segunda figura representada en la parte inferior y un círculo complementa el ojo. La segunda figura representa la cabeza de un venado, el cual es bastante identificable por sus largas orejas, ojos grandes y redondos, así como por su largo hocico.

Justamente enfrente de este grafismo se puede observar un segundo grabado, el cual se asemeja a una cruz de dos aspas con una prolongación curvilínea, la cual en el extremo superior derecho de las mismas se bifurca conformando un óvalo. También pudo observarse en la parte inferior del petrograbado existe la desvanecida pintura de otra calavera humana de color rojo. En la parte posterior de esta misma roca se encuentra un gran círculo de cinco metros de diámetro de color rojo, por lo que el sitio es también conocido por el nombre de Piedra del Sol.

Rex Walters nos narra la existencia de la figura ondulante de una serpiente emplumada de color rojo, amarillo y azul. Lamentablemente el informe de Rex Walters no presenta esta figura. Por aparte, menciona la existencia de otras casi indistinguibles formas de pinturas de muy difícil definición debido al mal estado de conservación

De cuerdo a lo expresado en el informe, el estilo de estas pinturas corresponde al estilo Mixteca-Puebla, del Período Posclásico Tardío, mientras que el petrograbado estaría más relacionado con el estilo de la tradición naturalista del Periodo Medio–Tardío (450-1000 d.C.) de la costa sur de Guatemala. Es de hacer notar, que en las cercanías se encontraron fragmentos de obsidiana, así como tiestos que no pudieron ser reconocidos.

Se considera conveniente enfatizar que en las notas del padre José Antonio Urrutia, este identifica La Piedra del Sol con el nombre Tee-Tunal, así mismo Urrutia hace referencia a una enorme piedra con ciertas inscripciones que lo hacen suponer que describen la “economía de la vida humana del momento”, de igual manera hace referencia a un árbol como símbolo de la vida y el de una calavera como símbolo de la muerte. Probablemente se refiere a los petrograbados anteriormente referidos.

La población del área identifica a la llamada Piedra del Sol con el antiguo nombre de Piedra Pintada. Por el contrario Rex Walters concluye que la denominación alterna de Tee-Tunal que el padre Urrutia utiliza para referirse a Piedra del Sol, corresponde a otro sitio arqueológico, no así a Cinaca-Mecallo ni a la Piedra Pintada, dado el caso que Cinaca-Mecallo se traduce como “Cordel Anudado” producto de la mescla de una lengua mexicana y la lengua local Mam. No habiendo logrado su objetivo obstante el infatigable arqueólogo indica, que la próxima temporada de campo continuará con la búsqueda del evasivo Cinaca-Mecallo

BIBLIOGRAFÍA

Squire, E. G. The States of Central America. Harper and Brothers. New York. 1858.

Urrutia J. A. (Carta 1851). Panorama Guatemalteco. José García Salas, Editor y publicación. Guatemala. 1858.

Villacorta J. A. y C. A. Villacorta. Arqueología Guatemalteca. 1927. Guatemala

miércoles, 17 de agosto de 2011

lunes, 4 de julio de 2011


EL PARADIMÁTICO CASO DEL SITIO LAS CONCHITAS

Durante el verano de 1999 El departamento de Monumentos Prehispánicos del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, fue notificado del hallazgo de cuatro esculturas talladas en piedra. Con el propósito de verificar el hallazgo se destacó una comisión encabezada por quien escribe, un dibujante y se invitó al arqueólogo Juan Luis Velásquez para que acompañar a la delegación. El hallazgo se realizó en la Finca Las Conchitas en el Municipio de Coatepeque, Quetzaltenango, Guatemala.

Lamentablemente, cuando la comisión arribó al lugar del hallazgo, las esculturas habían sido removidas de su lugar, habiéndose perdido todo vestigio de su contexto original, al momento de arribar al lugar del hallazgo solamente se encontraron tres esculturas y un megalito de forma rectangular. Posteriormente, pese a algunos inconvenientes, se logró recuperar una cuarta escultura.

Dado el caso que la remoción de tierras obedecía a una labor urbanística, en el zanjeo destinado al drenaje de aguas servidas, se detectó una plataforma de baja elevación y forma rectangular, compuesta de piedra bola y algunos tiestos que Velásquez (2000) identificó como correspondientes al Periodo Preclásico Tardío (250 a D. – 250 d. D.), por lo que se consideró que la plataforma pudo haber funcionado como área ceremonial o bien la misma funciono como habitáculo del shamán, o “Guardián del Agua”.

Las esculturas fueron talladas en material basáltico, dos de ellas fueron poco elaboradas y se presentan un tanto carentes de rasgos que faciliten su identificación; pero están perfectamente pulidas. Por sus características propias se ha considerado que una de ellas sea la representación de un batracio (Bufo Marino. Fig. 1), los cuales siempre están asociados a la lluvia o bien al elemento agua, aun cuando difieren mucho en cuanto a la calidad de talle de las esculturas existentes en Kaminaljuyu, sitio en el cual se han detectado una buena cantidad de representaciones de estos especímenes que no dejan margen a una identificación errónea. No esta de más hacer la salvedad que el bufo marino es poseedor de la sustancia bufotenina (Furst 1994), también denominada bufotina, potente agente alucinógeno (Ericastilla 2003).

La esculturas más carente de rasgos que faciliten su identificación mide: 1.00 m. de largo por 0.23 m. de ancho y 0.32 m. de alto. Velásquez indica: “Es de forma circular, con cabeza exenta en su parte media…. se aprecia una línea incisa que muestra el contorno de la caparazón” indicando de esta manera que se trata de una tortuga, en la parte superior de lo que constituye la espalda se aprecia un pequeño cuenco de 0.6 de diámetro por 0.3 m. de profundidad (Fig. 2).

La tercera escultura es de forma elíptica, mide: Largo 0.90 m. Ancho 0.70 Alto 0.45 m. La parte superior es plana, presentando una ligera inclinación hacia la parte posterior. En la parte frontal se aprecian dos columnas verticales que enmarcan un zoomorfo de difícil identificación, da la impresión de ser una zarigüeya en estado exánime, sus extremidades al igual que su cabeza y cola cuelgan hacia abajo, por lo que da la apariencia más concreta de tratarse de un zoomorfo nonato (Fig. 3).

La cuarta escultura, es la más relevante y es la que ha dado lugar a pensar que el sitio responde a un espacio ceremonial, la escultura responde a un altar de prácticas rituales consagradas a la agricultura. La pieza es de forma ovoide y mide: Ancho 0.81. Largo 0.91 m. Alto 0.43 m. En la parte superior a manera de bisel se encuentran dos círculos tallados en bajo relieve que enmarcan 13 triángulos incisos y unidas entre sí, las cuales se asume que representan periodos de 20 días cada una, totalizando un ciclo de 260 días correspondientes al Tzolkin o “Cuenta de los Días” (13 x 20 = 260) conocido también como calendario solar (Fig. 4).

Es de hacer notar que esta representación de círculos y barras diagonales que conforman triángulos, se aprecian como uno de los motivos bordados en los cuellos de los Güipiles de varios trajes regionales del altiplano guatemalteco. En algunas ocasiones se le ha dado una connotación solar. En la fotografía se aprecia una anciana vistiendo una de las prendas aludidas, los zigzags que presenta en el pecho representa el elemento agua (Fig. 5).

En la parte frontal del altar, presenta la figura en alto relieve de un personaje que se encuentra sobre una banda sobre la que pareciera estar danzando, en la mano izquierda porta un objeto largo del que se piensa que es una coa, la mano derecha la mantiene alzada y aparentemente enguantada, como esparciendo semillas que al parecer porta en un fardo sobre su espalda en el que se aprecia el motivo U, dentro del cual se encuentra un círculo, el cual Piña Chan (1995) indica que dentro de la iconografía de la cultura Olmeca el motivo referido simboliza “cavidad con semilla” (Fig. 6).

Consiente que el hallazgo anteriormente expuesto no se puede enmarcar dentro del concepto de arte rupestre, el mismo reviste un carácter especial de presentación escultórica, que incluye grafías e íconos relativos a labores agrícolas, así como elementos que se encuentran asociados al elemento agua y un megalito sin esculpir, lo que hace considerar que se trata de un espacio sagrado dedicado a eventos propiciatorios conducentes a la continuidad de la vida,

El componente altar estela induce a pensar que el conjunto de evidencias presenta un complejo ceremonial muy temprano. El mismo se encuentra retirado de cualquier sitio arqueológico, pero conserva la constante del arte rupestre al encontrarse aislado y asociado a la rivera de un manantial del cual nace el arroyo San Francisco. Por lo anteriormente expuesto, el presente caso se expone como una disímil del patrón tradicional del arte rupestre propiamente dicho; pero que guarda ciertas características similares.

Durante el verano de 1999 El departamento de Monumentos Prehispánicos del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, fue notificado del hallazgo de cuatro esculturas talladas en piedra. Con el propósito de verificar el hallazgo se destacó una comisión encabezada por quien escribe, un dibujante y se invitó al arqueólogo Juan Luis Velásquez para que acompañar a la delegación. El hallazgo se realizó en la Finca Las Conchitas en el Municipio de Coatepeque, Quetzaltenango, Guatemala.

Lamentablemente, cuando la comisión arribó al lugar del hallazgo, las esculturas habían sido removidas de su lugar, habiéndose perdido todo vestigio de su contexto original, al momento de arribar al lugar del hallazgo solamente se encontraron tres esculturas y un megalito de forma rectangular. Posteriormente, pese a algunos inconvenientes, se logró recuperar una cuarta escultura.

Dado el caso que la remoción de tierras obedecía a una labor urbanística, en el zanjeo destinado al drenaje de aguas servidas, se detectó una plataforma de baja elevación y forma rectangular, compuesta de piedra bola y algunos tiestos que Velásquez (2000) identificó como correspondientes al Periodo Preclásico Tardío (250 a D. – 250 d. D.), por lo que se consideró que la plataforma pudo haber funcionado como área ceremonial o bien la misma funciono como habitáculo del shamán, o “Guardián del Agua”.

Las esculturas fueron talladas en material basáltico, dos de ellas fueron poco elaboradas y se presentan un tanto carentes de rasgos que faciliten su identificación; pero están perfectamente pulidas. Por sus características propias se ha considerado que una de ellas sea la representación de un batracio (Bufo Marino. Fig. 1), los cuales siempre están asociados a la lluvia o bien al elemento agua, aun cuando difieren mucho en cuanto a la calidad de talle de las esculturas existentes en Kaminaljuyu, sitio en el cual se han detectado una buena cantidad de representaciones de estos especímenes que no dejan margen a una identificación errónea. No esta de más hacer la salvedad que el bufo marino es poseedor de la sustancia bufotenina (Furst 1994), también denominada bufotina, potente agente alucinógeno (Ericastilla 2003).

La esculturas más carente de rasgos que faciliten su identificación mide: 1.00 m. de largo por 0.23 m. de ancho y 0.32 m. de alto. Velásquez indica: “Es de forma circular, con cabeza exenta en su parte media…. se aprecia una línea incisa que muestra el contorno de la caparazón” indicando de esta manera que se trata de una tortuga, en la parte superior de lo que constituye la espalda se aprecia un pequeño cuenco de 0.6 de diámetro por 0.3 m. de profundidad (Fig. 2).

La tercera escultura es de forma elíptica, mide: Largo 0.90 m. Ancho 0.70 Alto 0.45 m. La parte superior es plana, presentando una ligera inclinación hacia la parte posterior. En la parte frontal se aprecian dos columnas verticales que enmarcan un zoomorfo de difícil identificación, da la impresión de ser una zarigüeya en estado exánime, sus extremidades al igual que su cabeza y cola cuelgan hacia abajo, por lo que da la apariencia más concreta de tratarse de un zoomorfo nonato (Fig. 3).

La cuarta escultura, es la más relevante y es la que ha dado lugar a pensar que el sitio responde a un espacio ceremonial, la escultura responde a un altar de prácticas rituales consagradas a la agricultura. La pieza es de forma ovoide y mide: Ancho 0.81. Largo 0.91 m. Alto 0.43 m. En la parte superior a manera de bisel se encuentran dos círculos tallados en bajo relieve que enmarcan 13 triángulos incisos y unidas entre sí, las cuales se asume que representan periodos de 20 días cada una, totalizando un ciclo de 260 días correspondientes al Tzolkin o “Cuenta de los Días” (13 x 20 = 260) conocido también como calendario solar (Fig. 4).

Es de hacer notar que esta representación de círculos y barras diagonales que conforman triángulos, se aprecian como uno de los motivos bordados en los cuellos de los Güipiles de varios trajes regionales del altiplano guatemalteco. En algunas ocasiones se le ha dado una connotación solar. En la fotografía se aprecia una anciana vistiendo una de las prendas aludidas, los zigzags que presenta en el pecho representa el elemento agua (Fig. 5).

En la parte frontal del altar, presenta la figura en alto relieve de un personaje que se encuentra sobre una banda sobre la que pareciera estar danzando, en la mano izquierda porta un objeto largo del que se piensa que es una coa, la mano derecha la mantiene alzada y aparentemente enguantada, como esparciendo semillas que al parecer porta en un fardo sobre su espalda en el que se aprecia el motivo U, dentro del cual se encuentra un círculo, el cual Piña Chan (1995) indica que dentro de la iconografía de la cultura Olmeca el motivo referido simboliza “cavidad con semilla” (Fig. 6).

Consiente que el hallazgo anteriormente expuesto no se puede enmarcar dentro del concepto de arte rupestre, el mismo reviste un carácter especial de presentación escultórica, que incluye grafías e íconos relativos a labores agrícolas, así como elementos que se encuentran asociados al elemento agua y un megalito sin esculpir, lo que hace considerar que se trata de un espacio sagrado dedicado a eventos propiciatorios conducentes a la continuidad de la vida,

El componente altar estela induce a pensar que el conjunto de evidencias presenta un complejo ceremonial muy temprano. El mismo se encuentra retirado de cualquier sitio arqueológico, pero conserva la constante del arte rupestre al encontrarse aislado y asociado a la rivera de un manantial del cual nace el arroyo San Francisco. Por lo anteriormente expuesto, el presente caso se expone como una disímil del patrón tradicional del arte rupestre propiamente dicho; pero que guarda ciertas características similares.

martes, 3 de mayo de 2011


PICTOGRAMAS DE PALEUITS, CAKCHEN I Y CAKCHEN II

Independientemente de los pictogramas y petrograbados que han sido presentados con anterioridad por el autor, existen muchos otros que han sido localizados y reportados por diferentes proyectos de investigación arqueológica, tal es el caso del Proyecto de Prospección Arqueológica de la Cuenca del Río Grijalva en Huehuetenango, Guatemala, el cual se desarrolló durante el año 1999 dirigido por el Dr. John Clark, personero de la Fundación Arqueológica Nuevo Mundo. En este proceso el autor participó como Supervisor del Proyecto, comisionado por el Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala.

Dentro de los múltiples sitios arqueológicos reportados por el Proyecto, el mismo reportó el hallazgo de tres sitios con representaciones gráficas, aun cuando no era la finalidad del mismo. Estas manifestaciones se encuentran próximas al sitio arqueológico Plehuitz el cual presenta una ocupación temprana, que se inicia durante el Periodo Preclásico Medio siendo abandonado aparentemente a finales del Periodo Clásico Medio - Clásico Terminal. (J. Clark Et. Al. 2001).

Se considera interesante hacer mención que la muestra más temprana de obsidiana recolectada por el Proyecto y posteriormente analizada por Clark, proviene de la cantera de Pachai, Chimaltenango, posteriormente para el Periodo Pre Clásico Tardío, la obsidiana de Pachai es sustituida por la obsidiana procedente de la cantera de El Chayal, Guatemala, cantera que estuvo en poder de los gobernantes de Kaminaljuyu por cientos de años, siendo esta la muestra de obsidiana más representativa en la mayoría de sitios prehispánicos guatemaltecos así como en gran parte de Mesoamérica, inclusive se han recuperado puntas de proyectil tipo Clovis manufacturadas con obsidiana proveniente de El Chayal (Ericastilla Godoy 1996).

PALEHUITS.

Aproximadamente a 100 m. del sitio arqueológico Plehuitz, Huehuetenango, se encuentra un abrigo rocoso el cual presenta una serie de pinturas, elaboradas principalmente en color rojo, dentro de las que se pueden identificar dos figuras completas de carácter antropomorfo, una de ellas se encuentra arriba de lo que el arqueólogo Mario Tejada Bouscayrol define como una estructura pintada en blanco con el interior rojo. El resto de los pictogramas están representados todos en color rojo: una mano antropomorfa en positivo, una figura antropomorfa incompleta, una mano en positivo, un zoomorfo no identificado, así como otras figuras no definidas.

En la parte alta de la confluencia de los ríos Catarina y Río Azul se detectaron varios sitios de montaña de los que se tiene conocimiento que han funcionado como lugares de culto. En sus inmediaciones existen varias cuevas que no presentan grafismos. Curiosamente cerca de la aldea Juhnliná, Jacaltenango, en el cerro denominado Cakchen (piedra pintada en lengua Jacalteca) se encontraron dos abrigos rocosos en los que se evidenciaron pinturas rupestres, los que a continuación se denominarán como Cakchen I y Cakchen II.

CAKCHEN I

El abrigo rocoso se encuentra en las inmediaciones de la aldea Juhliná, Jacaltenango, al que se denominó Cakchen I, el mismo presenta una degradación notable en cuanto a la condición de las pinturas se refiere, las cuales fueron representadas en color rojo. Los grafismos son un tanto difíciles de describir así como de interpretar; a decir del arqueólogo Tejada Bouscayrol, quien describe una de ellas de la siguiente manera: “parece ser un tablero con seis cuadros paralelos con dos círculos en la parte superior”. Quien escribe hace referencia de una pintura similar de forma reticulada en el Sitio El Encanto, Huehuetenango en el cual el pictograma se asocia a los faldellines utilizados por los actuales K’iche’s de Nahualá, Sololá (Entrada: Septiembre 2010 de este Blog). En el extremo superior izquierdo se observa una mano derecha en positivo. El resto de las pinturas las cuales son de formas geométricas. Indiscutible han de haber tenido un significado esotérico, el cual hoy día se ha perdido. Aproximadamente a cincuenta metros se detecto la figura que se asume responde a la de un zoomorfo (extremo inferior derecho Fig. B).

CAKCHEN II.

Aproximadamente a cien metros en dirección oeste de Cakchen I, se encuentra una cueva, que se ha denominado Cakchen II, la cual en su interior se detectaron diecinueve pinturas. En la entrada de la misma presenta varios pictogramas en color rojo, tres de ellos a decir de Tejada Bouscayrol los Mayistas identifica como el glifo maya Kin. Así mismo se aprecian tres círculos de color rojo en la parte superior y turquesa de la parte medial hacia abajo, de lo que se asume que el color referido es conocido como azul maya. Adentrándose en la cueva se encuentran tres manos de las cuales Tejada Bouscayrol no define si son en positivo o negativo, solamente se refiere a ellas como “siluetas de manos sobre una estalactita de fondo blanco y alrededor de la misma formación se ve la silueta de una mano sobre fondo negro, con seis dedos” (sic). Continúa narrando que a la izquierda de la mano se aprecia un círculo amarillo con un punto del mismo color al centro. De forma no muy precisa indica haber observado a diez metros adentro de la cueva, otras pinturas muy deterioradas siempre de color rojo. Se infiere que se refiere a tres estrellas y otras figuras geométricas que presentó en su informe Fig. 3). Es de hacer notar que quien escribe no acompañaba a Tejada Bouscayrol en el reconocimiento de los tres sitios, solamente digitalizo los dibujos.

Por referencias de obtenidas en el Departamento de Huehuetenango, sea considera que es en este departamento de la República de Guatemala en que se encuentra el mayor número de sitios con las más interesantes representaciones de pintura rupestre, así como las más tempranas, de las cuales aún no se tiene conocimiento lo cual obedece posiblemente a que el área sirvió como corredor hacia las tierras bajas Mayas de Petén.

jueves, 31 de marzo de 2011


JULI´k

Desde tiempos inmemoriales las cuevas fueron un espacio especial para el hombre prehistórico, habiéndolas utilizado inicialmente como refugio donde podía guarnecerse de las inclemencias del tiempo y eventualmente contar con un suministro permanente de agua. Con el concurso del tiempo y el surgimiento del shamánismo, estas adquirieron la connotación de lugares sagrados. Dentro de la cultura Maya y de acuerdo al Popol Vuh, es el lugar del inframundo, residencia de los dioses: Xibalbá.

Hoy día introducirse en una cueva no deja de ser un trabajo intenso, cargado de cierta expectativa inquietante y con cierta carga de peligro. No obstante; durante la temporada de campo del Proyecto Cancuen, valga hacer mención que este proyecto ha sido uno que contempló en su plan de trabajo el componente de la investigación de cuevas en busca de pinturas rupestres; independientemente de los proyectos específicos más recientes desarrollados por A. Stone, J. Brady, G. Rex Walters, M. Garnica, E. Robinson, J. Carpio, L. Pérez y S. Ericastilla, así como A. Ichon. Este último, reporto aspectos pictográficos rupestres, dentro de sus prospecciones el hallazgo de varias manifestaciones gráficas en el altiplano guatemalteco.

Fue durante el verano de 2003, durante la respectiva visita de supervisión del Proyecto Cancuen, que el autor tuvo la oportunidad de ser conducido por el arqueólogo Brent Woodfilld a la cueva de Juli’k, la cual se encuentra en el Municipio de Chisec, Alta Verapaz. La cueva se encuentra a inmediaciones del Arroyo Semcoch y próxima a un sitio arqueológico no registrado.

Juli´k presenta evidencias de haber funcionado como un lugar de culto. Como toda cueva su interior es bastante accidentado y húmedo, no deja de tener ciertos escabrosos pasajes que exponen al visitante a correr más de un riesgo. La cueva se divide en dos ramales y fue mapeada por el equipo de arqueólogos del Proyecto Cancuen. Al fondo de uno de los dos ramales se encuentra un conjunto de pinturas realizadas a carbón. Uno de ellos presenta un conjunto de rayas verticales así como a poca distancia se encuentra otro de rayas horizontales. A decir de Woodfill, las rayas verticales son indicativas de que abajo se encuentran más representaciones graficas y que las líneas verticales son indicativas de que a sus laterales existen otras representaciones graficas, lo cual in situ no se pudo confirmar.

De los pocos grafismos que se pudieron apreciar se evidencia la figura de un saurio (Fig. 1), el cual es posible relacionarlo con la representación del dios D, el cual dentro de la teogonía maya es representado en forma de saurio. Thompson (1979) refiere que era una forma de representar al dios Itzam Ná o Itzamná, aun cuando él mismo Thompson duda de la representación reptillilinia de esta deidad, del que se dice era consorte de la diosa Ixchel conocida también como la diosa lunar. De esta se dice que inventó el telar y está íntimamente relacionada con el parto y la pintura. Al igual que Itzamná guarda estrecha relación con el elemento agua. Es de hacer referencia a lo postulado por Robinson (2001) al referirse a una ofrenda propiciatoria que fuera descubierta al realizar un pozo de sondeo justo abajo de un grafismo rupestre en el sitio La Casa de Las Golondrinas, de la cual indica: “Una probable referencia de esta ofrenda puede ser la anciana lunar, que aparece en el Códice Madrid”. Quien escribe presentó en el mes de mayo 2010, la fotografía tomada de la publicación de Villacorta (1979) del Códice de Dresdén de una anciana que responde a las características descritas por Robinson y que respaldan su acertada teoría. (Fig. 2)

Morley (1975 p. 215) ilustra las características de ambas deidades y comenta que lejos de tener un atributo alegórico que se asemeje a una iguana, parte del tocado de la diosa Ixchel está compuesto por la figura de un ofidio, como se puede apreciar en la figura anteriormente citada.

En el código de Dresdén, en las primeras paginas, se aprecia la figura de un ser a semejanza de un saurio de cuerpo escamoso, con las fauces abiertas de las que emerge la cabeza que Villacorta identifica como el dios D o sea Itzamná (Fig. 3)

En el Códice Madrid (Villacorta 1977 P. 383) se refiere a Itzamná realizando un tejido, labor exclusiva de la mujer. A la vez se puede apreciar que el referido personaje es representado con el tocado compuesto por un ofidio y se puede apreciar claramente que se trata de Ixchel dada la representación de prominentes pechos. No obstante Villacorta lo identifica como dios D, acompañada del dios B, el cual es bien sabido que el dios D identifica a Chac como dios de la lluvia y el dios B identifica al dios de la muerte. Esta observación conduce a cierta confusión (Fig. 4), no se debe de obviar que los dioses mayas en ciertas ocasiones solían ser representados en ambos sexos.

Independientemente de los grafismos aludidos se pudo apreciar otras dos figuras. Una de ellas por lo anteriormente relacionado con las deidades Itzamná e Ixchel que aventuradamente y de forma muy arriesgada se podría decir que responde a la garra de una iguana (Fig. 5).

La tercera imagen posiblemente refleje los rasgos de un rostro entópico; pero aun así los rasgos no se pueden considerar como los característicos de la etnia maya (Fig. 6). Por lo que una la mejor interpretación se deja al criterio de futuros investigadores.

Bibliografía

La Civilización Maya. Morley, Sylvanus G. 1975. Fondo de Cultura Económica, México.

Informe Final del Proyecto Arqueológico del Área Kaqchikel, Temporada Julio-Septiembre del 2000. Robinson Eugenia, Gene Ware, Marlen Garnica y José Francisco Aguayo. Informe presentado al Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala.

Historia y Religión De Los Mayas. Thompson. E. 1979. Editorial Melo S. A. México.

Códices Mayas. Villacorta J. A. Carlos A. Villacorta. 1976. Tipografía Nacional de Guatemala.

lunes, 28 de febrero de 2011


PIEDRAS NEGRAS

El sitio arqueológico conocido actualmente con el nombre de Piedras Negras fue prehispánicamente denominado Yo’ki’b, que significa Gran Entrada o Puerta Grande en lengua maya. Se ubica en el Municipio La Libertad, Departamento de Petén y se le considera una ciudad palaciega y por ende, el estado independiente más grande de toda la Sierra de Lacandón durante el Periodo Clásico. Esta localizada en la rivera norte del río Usumacinta, el cual sirve como demarcación fronteriza entre Guatemala y México, siendo en este país donde toma el nombre de Río Grijalva el cual desemboca en la Laguna de Términos.

El río Usumacinta al igual que la Laguna de Términos, fueron utilizados por los Mayas Puntúes conocidos como grandes navegantes y a la vez mercaderes. Habiendo utilizado este ardid que los condujo posteriormente a erigir estelas con un etilo muy propio de su cultura en el sitio prehispánico Ceibal.

Piedras Negras fue inicialmente investigado por Teobert Maler en 1895, despertando el interés de los arqueólogos norteamericanos, quienes realizaron mayores excavaciones en 1930, patrocinados por el Museo de la Universidad de Pensilvania, habiendo utilizado un tractor para extraer buena cantidad de monumentos y estelas, entre otra serie de hallazgos, vía México.

Entre los años 1997 al 2000 el sitio fue investigado durante cuatro temporadas dirigidas por: Stephen Houston y Héctor Escobedo, este último egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Habiendo sido quien escribe supervisor delegado por el Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, durante la temporada inicial, habiendo tenido la oportunidad de fotografiar dos de los petrograbados que existen en el sitio.

Piedras Negras debió de haber sido un puerto de intercambio comercial muy importante en su momento, dado el caso que el río mismo es la confluencia de los ríos afluentes: el Río Pasión, Salinas y Río Negro o Chixoy, este último a su vez tiene una gran cantidad de ríos tributarios que enriquecen su caudal, ríos que provienen de la vertiente norte de la Sierra Madre.

El hecho de haber contado con una gran serie de ríos navegables le proporcionó una gran red de comunicación e intercambio con otras ciudades vecinas, tan importantes comercialmente hablando como Cancúen, la cual tuvo intercambio a larga distancia.

No obstante, a decir de los entendidos en el área, se afirma que Piedras Negras mantuvo tanto tiempos de paz, como de rivalidad con el centro ceremonial Yaxchilan, México, el cual se encuentra a veinte Kms. río abajo

Tal pareciera que el petrograbado que se encuentra sobre la rivera del río Usumacinta y aparentemente desembarcadero o puerto principal del sitio, sirvió como indicativo referencial de puerto de comercio.

El petrograbado presenta a dos personajes arrodillados uno frente al otro y tomados de las manos, ambos ostentan opulentes tocados, dando la apariencia de mucha riqueza y al parecer se encuentran en interesante dialogo enmarcados dentro de un doble círculo de más de un metro de diámetro. El mismo fue tallado en una roca de gran tamaño, la cual durante las estaciones invernales suele desaparecer dentro de la fuerte corriente de las aguas del citado río, lo que ha provocado la erosión del mismo. Es de suponerse que este acontecimiento debió de haberse considerado como el descenso a las profundidades del inframundo, al igual que el petrograbado El Manantial el cual debió de haberse considerado que resurgía con mayor sacra vitalidad.

Tierra adentro se existe otro petrograbado: este se encuentra elaborado sobre un afloramiento calizo, aproximadamente a cuatro metros sobre el nivel de superficie. El mismo se encuentra cubierto de toda clase de micro flora lo que hace que ciertas partes se hayan hecho casi imposibles de observar, en ciertas partes presenta una línea sinuosa de difícil definición, pudiéndose observar que entorna un jeroglifos, los cuales tampoco fue posible identificar.

Lamentablemente el sitio es de difícil y oneroso acceso para poder volver con el objetivo y la respetiva autorización de las autoridades pertinentes, para poder hacer una delicada limpieza del mismo y obtener una mejor documentación del mismo.

lunes, 24 de enero de 2011



Se ha considerado procedente en el momento de presentar la bibliografía citada, incluir toda la bibliografía consultada, lo cual se cree será de utilidad para todos aquellos investigadores del arte rupestre.


EL PETROGRABADO SAN DIEGO.

El petrograbado San Diego toma su nombre de la laguna y de la comunidad del mismo nombre, que se ubica muy próximo al petrograbado en el Municipio de La Libertad, Petén, Guatemala.

La inquietud de realizar un calco en tela del petrograbado en cuestión, nació de quien escribe estas líneas, posteriormente de haber concluido la supervisión de la brecha topográfica del oleoducto del sector Tamariz–Río San Pedro. Este oleoducto pertenece a la compañía petrolera Basic Resources, hoy denominada día Perenco. Se visitó el petrograbado y se consideró factible solicitar el financiamiento económico a la petrolera, la cual patrocinó el pequeño proyecto, mismo que fue dirigido por los arqueólogos de la compañía: Marco Antonio Leal y Salvador López.

El petrograbado San Diego se encuentra esculpido sobre una peña caliza a nueve metros de altura de la superficie, por lo que para realizar el calco se debió elaborar un andamio con materiales propios de la selva, asegurados con alambre de amarre y clavos, labor que tomo tres días. Inicialmente se procedió a la limpieza del mismo, el cual se encontraba parcialmente cubierto de pequeñas raíces, así como de micro flora que fue retirada cuidadosamente para no dañar el petrograbado, el que en su momento (1995) se encontraba en relativamente buenas condiciones, considerando los miles de años que tiene de existencia.

El calco fue realizado por el dibujante del Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, Fernando Álvarez. El grafismo en cuestión es relevante, dado el caso que no se tiene conocimiento de otra manifestación similar en las tierras bajas del área Maya.

Es usual encontrar estelas conmemorativas que representan la continuidad de la realeza en el momento de ascender al trono, un evento astronómico o cualquier otro suceso del que se quiso dejar constancia perecedera, es casi una constante en cualquier sitio arqueológico que se visite en el área referida; pero el hecho de haber tallado prácticamente lo que se consideraría una estela, tan perfectamente elaborada en lo alto de una peña caliza, lo hace un ejemplar especial.

La razón para realizar un calco del referido grafismo fue el poder tener una copia fiel del monumento, el cual se encuentra sujeto al vandalismo de los depredadores, simultáneamente poder estudiar el panel vertical que contiene diecisiete petroglifos que se encuentran representados frente a un personaje que se considera que constituye la figura central del monumento.

El petrograbado en su conjunto mide 3.20 m. de alto, en la parte inferior se encuentra una banda, que al parecer representar un trono, elemento que mide 1.80 m. de largo sobre el cual se puede apreciar la figura de un gobernante o sacerdote maya tallado a escala natural: 1.70 m. de estatura, estatura que se considera de talla alta para una persona proveniente de la etnia maya. Sobre el personaje referido se puede apreciar en el extremo superior derecho un zoomorfo no determinado, seguido de un jaguar, el cual aparenta una posición de asecho. El personaje se encuentra ricamente ataviado, porta sobre la cabeza una compleja mascara de jaguar a manera de tocado, compuesto con diferentes y extraños motivos, incluso se puede distinguir una pequeña cabeza que emerge hacia el frente. Inmediatamente abajo del mismo se aprecia una orejera que a no dudar debió ser de jade, a la altura del cuello presenta un nudo del que se proyectan seis extraños motivos similares a los que emergen de las representaciones del dios Chac sobre el cual se encuentra parado. Seguido de una cabeza que porta al igual que él una orejera, en la mano derecha portar un elemento puntiagudo, el cual posiblemente sería utilizado para realizar alguna sangría, la mano izquierda la mantiene a la altura de la cintura. En la parte posterior se puede apreciar una cabeza trofeo de la que cuelga una cola que complementa el tocado de jaguar, a la vez viste un faldellín que le cubre parcialmente las piernas, los tobillos están ricamente cargados de ajorcas probablemente de jade, los pies se encuentran calzados y el hecho de encontrase uno detrás del otro son indicativos de que el petrograbado fue elaborado durante el Periodo Preclásico.

No obstante, Scheele y Freidel (1990) consideran que el petrograbado corresponde al Periodo Clásico Temprano. Estos mismos epígrafos en su momento detectaron un glifo que aparentemente identifican a un personaje denominado Yaxhá Ahaw, lo que se leería Yax = azul, Há = agua, Ahaw = Señor.

Como se recordará, en el inicio de este texto se indicó que el petrograbado se encuentra próximo a la laguna San Diego, por lo que es muy probable que se esté haciendo referencia al gobernante del sitio y el Señor del Agua Azul, sea el mismo que se encuentra representado en el petrograbado.

Lamentablemente la lectura de las inscripciones no ha sido posible descifrarla a cabalidad, dado el caso que en opinión de Leal, López y Escobedo (1995) en la parte superior izquierda del panel de la inscripción jeroglífica, un petroglifo está ausente, imposibilitando la lectura completa. No obstante Leal, López y Escobedo han concluido en que el monumento responde a un evento conmemorativo que implicó un derramamiento de sangre realizado por el personaje representado en la roca caliza, personaje que se encuentra parado sobre un trono, el cual presenta en ambos extremos la figura de Chac o sea el dios maya de la lluvia. En la parte media del mismo, se encuentra lo que podría ser el glifo emblema del sitio arqueológico que se localiza en la parte superior del peñasco aproximadamente a seiscientos metros del petrograbado.

No esta demás el agregar, que abajo del petrograbado se recuperaron algunos tiestos correspondientes a las ofrendas de que fue objeto el personaje representado en la peña, así como un fragmento dental trabajado, y un fragmentos de roca caliza que evidencia una forma geométrica en bajo relieve, la que posiblemente corresponda al glifo faltante que imposibilita la lectura del panel anteriormente descrito. Se considera que estos materiales provienen de un acto vandálico o de una excavación ilícita que se realizó en algún momento de la historia contemporánea.