lunes, 24 de enero de 2011



Se ha considerado procedente en el momento de presentar la bibliografía citada, incluir toda la bibliografía consultada, lo cual se cree será de utilidad para todos aquellos investigadores del arte rupestre.


EL PETROGRABADO SAN DIEGO.

El petrograbado San Diego toma su nombre de la laguna y de la comunidad del mismo nombre, que se ubica muy próximo al petrograbado en el Municipio de La Libertad, Petén, Guatemala.

La inquietud de realizar un calco en tela del petrograbado en cuestión, nació de quien escribe estas líneas, posteriormente de haber concluido la supervisión de la brecha topográfica del oleoducto del sector Tamariz–Río San Pedro. Este oleoducto pertenece a la compañía petrolera Basic Resources, hoy denominada día Perenco. Se visitó el petrograbado y se consideró factible solicitar el financiamiento económico a la petrolera, la cual patrocinó el pequeño proyecto, mismo que fue dirigido por los arqueólogos de la compañía: Marco Antonio Leal y Salvador López.

El petrograbado San Diego se encuentra esculpido sobre una peña caliza a nueve metros de altura de la superficie, por lo que para realizar el calco se debió elaborar un andamio con materiales propios de la selva, asegurados con alambre de amarre y clavos, labor que tomo tres días. Inicialmente se procedió a la limpieza del mismo, el cual se encontraba parcialmente cubierto de pequeñas raíces, así como de micro flora que fue retirada cuidadosamente para no dañar el petrograbado, el que en su momento (1995) se encontraba en relativamente buenas condiciones, considerando los miles de años que tiene de existencia.

El calco fue realizado por el dibujante del Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, Fernando Álvarez. El grafismo en cuestión es relevante, dado el caso que no se tiene conocimiento de otra manifestación similar en las tierras bajas del área Maya.

Es usual encontrar estelas conmemorativas que representan la continuidad de la realeza en el momento de ascender al trono, un evento astronómico o cualquier otro suceso del que se quiso dejar constancia perecedera, es casi una constante en cualquier sitio arqueológico que se visite en el área referida; pero el hecho de haber tallado prácticamente lo que se consideraría una estela, tan perfectamente elaborada en lo alto de una peña caliza, lo hace un ejemplar especial.

La razón para realizar un calco del referido grafismo fue el poder tener una copia fiel del monumento, el cual se encuentra sujeto al vandalismo de los depredadores, simultáneamente poder estudiar el panel vertical que contiene diecisiete petroglifos que se encuentran representados frente a un personaje que se considera que constituye la figura central del monumento.

El petrograbado en su conjunto mide 3.20 m. de alto, en la parte inferior se encuentra una banda, que al parecer representar un trono, elemento que mide 1.80 m. de largo sobre el cual se puede apreciar la figura de un gobernante o sacerdote maya tallado a escala natural: 1.70 m. de estatura, estatura que se considera de talla alta para una persona proveniente de la etnia maya. Sobre el personaje referido se puede apreciar en el extremo superior derecho un zoomorfo no determinado, seguido de un jaguar, el cual aparenta una posición de asecho. El personaje se encuentra ricamente ataviado, porta sobre la cabeza una compleja mascara de jaguar a manera de tocado, compuesto con diferentes y extraños motivos, incluso se puede distinguir una pequeña cabeza que emerge hacia el frente. Inmediatamente abajo del mismo se aprecia una orejera que a no dudar debió ser de jade, a la altura del cuello presenta un nudo del que se proyectan seis extraños motivos similares a los que emergen de las representaciones del dios Chac sobre el cual se encuentra parado. Seguido de una cabeza que porta al igual que él una orejera, en la mano derecha portar un elemento puntiagudo, el cual posiblemente sería utilizado para realizar alguna sangría, la mano izquierda la mantiene a la altura de la cintura. En la parte posterior se puede apreciar una cabeza trofeo de la que cuelga una cola que complementa el tocado de jaguar, a la vez viste un faldellín que le cubre parcialmente las piernas, los tobillos están ricamente cargados de ajorcas probablemente de jade, los pies se encuentran calzados y el hecho de encontrase uno detrás del otro son indicativos de que el petrograbado fue elaborado durante el Periodo Preclásico.

No obstante, Scheele y Freidel (1990) consideran que el petrograbado corresponde al Periodo Clásico Temprano. Estos mismos epígrafos en su momento detectaron un glifo que aparentemente identifican a un personaje denominado Yaxhá Ahaw, lo que se leería Yax = azul, Há = agua, Ahaw = Señor.

Como se recordará, en el inicio de este texto se indicó que el petrograbado se encuentra próximo a la laguna San Diego, por lo que es muy probable que se esté haciendo referencia al gobernante del sitio y el Señor del Agua Azul, sea el mismo que se encuentra representado en el petrograbado.

Lamentablemente la lectura de las inscripciones no ha sido posible descifrarla a cabalidad, dado el caso que en opinión de Leal, López y Escobedo (1995) en la parte superior izquierda del panel de la inscripción jeroglífica, un petroglifo está ausente, imposibilitando la lectura completa. No obstante Leal, López y Escobedo han concluido en que el monumento responde a un evento conmemorativo que implicó un derramamiento de sangre realizado por el personaje representado en la roca caliza, personaje que se encuentra parado sobre un trono, el cual presenta en ambos extremos la figura de Chac o sea el dios maya de la lluvia. En la parte media del mismo, se encuentra lo que podría ser el glifo emblema del sitio arqueológico que se localiza en la parte superior del peñasco aproximadamente a seiscientos metros del petrograbado.

No esta demás el agregar, que abajo del petrograbado se recuperaron algunos tiestos correspondientes a las ofrendas de que fue objeto el personaje representado en la peña, así como un fragmento dental trabajado, y un fragmentos de roca caliza que evidencia una forma geométrica en bajo relieve, la que posiblemente corresponda al glifo faltante que imposibilita la lectura del panel anteriormente descrito. Se considera que estos materiales provienen de un acto vandálico o de una excavación ilícita que se realizó en algún momento de la historia contemporánea.