LA CUEVA DE LOS SACRIFICIOS.
Dentro de las incidencias de viaje suele suceder en algunas ocasiones, que al buscar un determinado sitio no se le encuentra, pero en su defecto se encuentra algo inesperado, tal es el caso de La Cueva de Los Sacrificio, el cual se encuentra en las cercanías del Municipio San Jorge La Laguna, Departamento de Sololá.
El sitio responde a un lugar de culto vivo y localmente es conocido por nombres alternos, tales como: La Cueva de Judas, La Cueva del Diablo, así como La Cueva de los Sacrificios,
El mismo lo constituyen dos cuevas naturales de arenisca: la de mayores dimensiones tiene una boca de acceso de quince metros de ancho por ocho de ancho y diez de fondo. Al momento de nuestro arribo era obvio que recién se acababa de realizar algún rito, dado el caso que más de uno de los altares aún se encontraba humeante. Estos estaban compuestos por alfombras de agujas de pino, cáscaras de huevos esparcidas alrededor de los altares, pétalos de diferentes flores, envoltorios de copal, así como alfombras de agujas de pino que conducían a manera de caminamiento hacia los diferentes altares, cada uno con su respectiva cruz de madera, su brasero complementado por tres piedras sobre las cuales se suele asentar alguna cántaro.
A muy poca distancia se encuentra otra cueva de menores dimensiones que la anteriormente descrita, con la muy especial particularidad que en la entrada de la misma se aprecia una figura antropomorfa en la que se pueden observar lo que aparentan alas en lugar de brazos. Se cree que el mismo fue realizado con el propósito de complementar algún conjuro, dado el caso que se considera que para su elaboración debió de haberse tenido cierta perseverancia, lo que se infiere dada la fuerte consistencia del muro que circunda la cueva, así como la profundidad que se le dio a la figura, acción que como se anticipara debió de haberse complementado con alguna invocación al momento de realizar el trazo. La figura se considera como la ancestral reminiscencia de la elaboración de petrograbados y se considera que es el complemento de algún rito. Aún cuando se podría pensar que el trazo pareciera ser elaborado por un niño se descarta tal posibilidad, dado el caso que dentro de la comunidad el lugar es un sitio de culto vivo, al cual no se puede aproximar nadie que no sea una persona mayor con el debido respeto y capacidad de realizar una ceremonia propiciatoria. Por esto se descarta la posibilidad de que el grabado haya sido hecho por una persona ajena a la comunidad de sacerdotes indígenas que suelen frecuentar un lugar.
El hecho de que el sitio en cuestión se conozca también con el nombre de La Cueva del Diablo, obedece a que el lugar no es solamente frecuentado por sacerdotes, si no que el mismo es también un lugar donde se practica la hechicería. Como una segunda suposición sería que la cueva de mayores dimensiones sea utilizada por sacerdotes (Al’qij guías espirituales) y la pequeña sea utilizada por brujos hechiceros. El haber pretendido determinar dicha función era algo que no estaba dentro de nuestro plan de trabajo, dado el caso que incursionar dentro de la función de un lugar sagrado dentro de una comunidad indígena es algo que requiere de mucho tiempo y especialidad propia del antropólogo social.
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